Ahora es el momento - Motivación viajera
Roba unos minutos de tu tiempo, estés trabajando, estudiando, mirándote al espejo sin reconocerte o a punto de meneartela, para tomar una bocanada de aire, cerrar los ojos e imaginar aquéllo que deseas. Aquéllo que ansías y te eriza los pelillos de la rabadilla, piensa en ello y trata de sentirlo. Puede ser el rumor de un mar próximo y su olor a salitre inundando tu cuerpo; o el mugir de mil vacas que te saludan a la espera de su heno; o por qué no, el aplauso que derrumba un teatro rendido a tus pies... no sé, aquéllo que realmente te haga sonreír como un tonto, aquéllo que sueñas desde hace tiempo. Abre los ojos y mira en torno a ti ¿es lo qué tenias frente a ti cuando cerraste los ojos, aquéllo que te hacia vibrar tu espíritu o todo aquéllo se esfumó como el humo tras abrir la ventana de la realidad? ¿sigues sonriendo? ¿NO?
Pues es momento de
plantearse las cosas. Valorar si merece la pena seguir disfrutando de
aquellas cosas que te gustan y te dibujan una sonrisa boba en la cara
tras el efímero momento de felicidad que existe bajo tus párpados
cerrados o ver escaparse todo frente a ti en la perpetua realidad de
una vida que te tuerce el gesto y carcome el alma.
Quizá sea hora de
lanzarse a por los sueños. Tal vez sea el momento de desafiar al
mundo y su frenético avance cogiendo tu vida y escribiendo tu
destino. Hay que lanzarse,
atreverse y enfrentarse a los miedos con el valor que nace bajo la
sombra de un alma henchida y libre. No debemos dejar de hacer cuanto
esté en nuestras manos para ser felices, es la mejor manera de
vivir, la verdadera razón por la que vivir.
Ahora es el
momento de dejarlo todo, mirar con ojos desafiantes al horizonte,
dónde viven los sueños, y lanzarse a por ello con toda la fuerza y
energía de un corazón libre.
Yo no tengo
experiencia en nada, no soy maestro, pero sí que he decidido seguir
aquéllo por lo que siento vibrar mi alma y con lo que mi sonrisa
nace pura y sentida; ahora soy viajero y libre. Soy feliz y quiero
que vosotros lo seáis, para ello compartiré mi experiencia y
desglosaré los puntos que han tenido peso en mi decisión. Ojalá
ayude...
Es difícil
dejarlo todo atrás y lanzarse a perseguir los sueños, uno tiene
tantas cosas en la cabeza, pero hay que hacer una clasificación
exhaustiva de ésto. Colocar sobre la mesa, como cartas de un
solitario, cada uno de los puntos a favor o en contra de esta
decisión. Sólo así la maraña de sentimientos confusos se deshace
y queda a la vista la decisión correcta, la idónea para nuestras
vidas.

-Los amigos
de siempre son parte de la familia y tienen el mismo efecto o muy
parecido que ésta. Si te han aguantado en los peores pedos y han
soportado contigo las duras arremetidas de la vida, no van a dejarte
jamás solo.
En este punto,
como viajero, tuve la inmensa felicidad al imaginar esa
sensación de unión que se siente con amigos llevada al máximo al
imaginar otros países y lugares, dónde personas nuevas con sus
historias y realidades desconocidas para mí abrían sus corazones
para acoger al mio. El mundo es enorme y está lleno de nuevos
amigos. Esto enriquece y me empujó a encontrarme con ellos.
-La ciudad es
algo muy personal, hay a quién le une a ésta un sistema de raíces
muy profundas y se ven de algún modo inseparables por todo lo que se
podría dejar allí, bajo tierra. Pero ¿y que hay de vivir envuelto
en la atmósfera de otras ciudades? Empaparse de las tradiciones de
nuevas ciudades, conocer sus calles y llenar tu alma con historias
comunes de sus gentes, engrandece a la persona y la convierte en un
individuo cabal listo para beneficiar por completo a una
colectividad, al resto de seres humanos. Viajar es lo mas
lindo que uno pueda imaginar...
-El trabajo o aquello que llaman
“futuro” es uno de los
lastres mas pesados a la hora de tomar la decisión. Tener un trabajo
en estos días es la seguridad de tener un sueldo con el que vivir.
Pero seamos sinceros ¿cuántos de nosotros nos sentimos infelices en
el trabajo del que somos presos? ¿cuántos podemos realmente “vivir”
con el misero sueldo que recibimos? ¿y quién puede imaginarse el
resto de su vida viviendo una sucesión de días iguales y
desempeñando una labor que no le reporta ningún beneficio a la hora
de sentirse más feliz? Uno puede dar muchas vueltas a este tema, es
normal. El miedo con el que nos pintan una realidad turbia de “futuro
bajo un puente” está
programado para mantenernos encadenados a ese trabajo que nos
consume. No les interesa que sueñes con una visión pura, cristalina
de un horizonte nuevo. No les reporta beneficio que te despiertes con
los rayos vivos de un sol vibrante y el sonido del renacer de toda la
vida que éste arrastra. No les interesa un ser humano solidario y
despegado del ego, sino un ser competitivo, depredador y que no
sienta remordimiento en arrasar un planeta o al resto de humanos; no
te quieren libre, no reporta beneficios a su negocio, te quieren
atado en corto dónde puedan utilizarte.
Creo
que no debe ser el motivo de más peso. Uno puede vivir dignamente y
como desee, sólo debemos ser conscientes de esto. Quitarnos
el yugo y sentirnos libres nos abrirá tantas (o más) puertas, donde
descubriremos el verdadero
futuro, el qué nosotros mismos construimos.
-Seguridad.
Bien, esto es sencillo, la seguridad de estar en tu casa no es
comparable con la de caminar por caminos desconocidos y en países
extraños. Vale, es cierto. Pero cada día es el último para mucha
gente en el portal de su casa o incluso en el interior de ésta.
Cruzar una calle es una tentativa a un funesto desenlace; o montarnos
en un autobús de camino al trabajo supone dejar nuestra seguridad en
manos de un tipo que no conocemos. Todo lo cotidiano tiene
esa neblina invisible cubriéndola, lo peor es que no somos
conscientes de ello. Cada día
desafiamos al destino más trágico sin darle importancia y sólo lo
valoramos cuando éste nos golpea de manera brutal.

-Lo que está bien o mal.
Esa clasificación difusa de expectativas y esperanzas que depositan
en ti. ¿Pero quién debe decirnos lo que está bien o mal si aquí
se trata de nuestra vida? Sólo si escoges el que ellos
esperan, ese que de algún modo te han ido marcando, harán que creas
que fuiste libre en cada toma de decisiones. Pero ¿y si tomas el
camino que realmente tu deseas y el cual se agranda con cada decisión
que tomas personalmente? Te tratarán de loco posiblemente y verás
como su moral sectaria te expulsa de su “rebaño” dejándote
aislado. La sociedad de hoy día
juzga sin conocer ni saber, empujada por un sentimiento de desapego e
ignorancia. Nadie valora el bienestar de otra persona si éste no se
enmarca en su concepto de “vida”.
Por ello hay que tomar el camino propio y demostrar el error de esta
sociedad decadente. Cada decisión tomada madura al hombre
que libremente escoge su camino. Merece la pena ser dueños de
nuestros pasos.
-Y por último el
miedo. Miedo al error, al fracaso o a ese paisaje desalentador
que nos pintan. El miedo lleva con nosotros desde el comienzo de
todo. El miedo nos hace humanos. Pero no hay que ser presa de
éste y dejar escapar la vida y sus maravillas. Ser cauteloso supone
actuar con cierto reparo, tener esa duda constante y evitar cualquier
riesgo por mínimo que éste sea. Pero siendo así (y a veces sin
saberlo) frente a nosotros se escapan sueños, deseos, objetivos y
esperanzas. Ese volcán imponente desde el que mirar el corazón
del planeta; ese fondo marino dónde deleitarnos con el colorido
paraíso sumergido; esa ciudad de de empedradas calles, rugiendo de
vida y la cual te acoge como a uno más... muchas cosas se dejan
escapar cuando uno es presa del miedo. Lo que uno pierde es mucho
menos de lo que uno puede ganar. El riesgo supone peligro, pero
también éxito. No podemos vivir sin la sombra del miedo tras
nosotros, pero si podemos enfrentarnos a él de un modo consciente y
aunar el valor para enfrentarnos a él.
Solo con un corazón intrépido y
desafiante puede superarse ese miedo infundado, grabado en nosotros
por los hierros candentes de otras opiniones y posturas, y conseguir
alcanzar lo soñado sintiéndose así completamente realizado.
Piensa y valora si tus sueños son
valiosos para ti por lejanos y peligrosos que sean y merece la pena
correr el riesgo, perseguirlos, o si por el contrario, prefieres
seguir arrastrándote por la vida como alma en pena hasta que el
trágico desenlace se acerque y sientas que no fuiste feliz; que
dejaste escapar la vida y sus maravillas ante tus ojos ciegos.
Comentarios
Publicar un comentario
Selecciona una opción para identificarte más abajo. Puedes iniciar sesión o comentar como anónimo.