Bocas del Toro, Panamá

Tras el incidente en Costa Rica, tras el que me quedé prácticamente sin nada, me plantee volverme a México o España a trabajar un tiempo, dar un lapso al viaje. Pero tras unos días divagando decidí continuar hacia el sur, hacia Panamá, con algunas incertidumbres, sabía que en la frontera me podrían exigir un billete de avión de salida, el cual no tenía, y $500 (dólares) en efectivo, que tampoco tenía, esperaba que mis 20 dólares, todo lo que tenía en ese momento, me fueran suficiente, ya fuera para llegar a algún sitio en Panamá o dar la vuelta en la frontera porque no me dejaran pasar.


Tras unas cuantas horas conseguí llegar a la frontera, ahí estaba, con los nervios a flor de piel, casi temblando, no cumplía ningún requisito para poder entrar en Panamá, pero debía de intentarlo.

Llegó mi turno en la oficina de migración, me pidieron un billete de salida, el cual no tenía, así que presenté un papel de una reserva (que por supuesto no estaba confirmada ni pagada), me lo dieron por válido, así que pude respirar un poco, pero tras hacerme un par de preguntas sobre mi destino, qué planes tenía y demás.. el agente selló el pasaporte, ¡¡estaba legalmente dentro de Panamá!!, ¡ahora si estaba completamente feliz, no me habían pedido los 500 dólares!.

En seguida me informé con los locales cómo dirigirme a Bocas del Toro, ese archipiélago paradisíaco, y en dónde según decían era fácil encontrar trabajo.
A los pocos minutos conocí a Sophie (Francia), Nick (Australia) y Antonio (España), los 4 estábamos esperando un bus local que nos llevaría hasta Almirante, la ciudad en el puerto en dónde debíamos tomar una lancha rápida hasta Bocas del Toro.

Lo más curioso en Almirante, mientras esperábamos la lancha, Sophie entró en el "baño", el cual estaba en el muelle, era básicamente una caseta con un agujero en el suelo que daba al mar, algo curioso.

Una vez en la Isla Colón, la principal isla en el archipiélago, nos despedimos y cada uno buscó un hotel, yo por supuesto no tenía para pagar uno, así que pregunté en un hostal (Coconut Hostel) si podría trabajar a cambio de comida y habitación.
Richards, el dueño, accedió y allí me encontraba, en el paraíso y "con todo pagado".

Voluntario, el trabajo perfecto, pasaba algunas horas en el hostal ayudando, el resto del dia... playa, explorar algunas de las otras islas, nadar un poco, y sobre todo, comer cocos!.
La playa de Las Estrellas, al norte de la isla, uno de los paraísos dentro del paraíso, el lugar perfecto, apartado de todo, agua cristalina, peces de colores y como su propio nombre indica, estrellas de mar por todos lados, a tan solo un par de metros de la arena las podías ver.

El mejor Caribe que he visto, buena gente y ambiente inmejorable.
Tras unos días volví a ver a Sophie, así que fuimos a alguna playa más que no conocía y mi estancia en Bocas del Toro ya estaba llegando a su fin.

Tras un par de semanas allí, en las que Buceé entre arrecifes y un barco hundido, exploré las mejores playas del Caribe, diseñé un par de páginas Web para los hostales del lugar y conocí mucha gente nueva.

Llegó la hora de marchar una vez más, decidido de volver a España para ahorrar un poco y comprar todo el equipo necesario para continuar el viaje (recuperar lo robado). Puse rumbo, esta vez hacia el norte del continente americano, con destino México, desde dónde tomaría un avión de vuelta a España.

Pero me esperaba una sorpresa más, Richards, el dueño del Coconut Hostel, me regaló el pasaje hasta Managua, capital de Nicaragua, con lo que había atravesado todo Costa Rica y parte de Nicaragua, una vez allí la aventura continuó de forma más interesante...

(como no tengo fotos de ésta parte del viaje debido al robo he tomado algunas de los amigos que he ido haciendo por el camino, gracias a todos!)






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