Volcán Acatenango, Guatemala
Otra vez aquí en La Antigua Guatemala, y dispuesto a quedarme un tiempo, aún indeterminado, decidí subir hasta la cima del volcán Acatenango, a unos pocos km de la ciudad de Antigua.
Según las previsiones que teníamos y recomendaciones de algunos locales lo mejor es iniciar el viaje hacia las 3 o 4 de la mañana, y así llegar a la cima antes de que se trunque el tiempo y no podamos ver nada, ya que en las primeras horas de la tarde el tiempo suele ser muy cambiante y siempre a mal.
Para nuestra sorpresa al llegar a la estación de autobuses a esa hora no había ningún transporte hasta ésa zona hasta las 7 de la mañana, así que aprovechamos para tomar algo caliente y dar una vuelta por el mercado, que a ésas horas estaban empezando a montar.
Una vez que conseguimos llegar a Dueñas, el último pueblo al que llega el autobús empieza la odisea, ya eran más de las 8 de la mañana y aún faltaban unas tres horas de caminata a pié solo para llegar a las faldas del volcán, en donde empieza el verdadero ascenso, hasta los casi 4,000 metros, siendo uno de los volcanes más altos del país. Para nuestra suerte una camioneta nos acercó a un cruce unos 10 km más adelante, y de allí una vez más otra camioneta nos acercó hasta dónde empieza el sendero ya en el volcán.
Comenzamos a ascender hacia las 9 de la mañana, hora a la que teóricamente deberíamos estar cerca de la cima, así que con algunas prisas comenzamos a subir.
A medida que pasaban las horas de caminata es increíble el desnivel que se va ascendiendo, dejándose ver todas las demás montañas, volcanes, e incluso las nubes por debajo, atravesando campos de maíz que parecen nunca acabar, una increíble selva, en dónde con un poco de suerte verás algunos animales salvajes, árboles unos creciendo dentro de otros, es increíble, pero tras algunas horas más llegas a el bosque, en dónde parece un paisaje sacado de una película del Señor De Los Anillos, con una niebla densa, ruidos extraños y algunas partes un tanto tenebrosas, en dónde no había árboles con siquiera una hoja, en dónde era evidente que alguna erupción reciente se lo había llevado todo.
Poco después de pasar la parte más desolada del bosque se dejaba de ver la vegetación para dar paso a la ceniza, pequeñas piedras y algunas grandes rocas, expulsadas por el propio volcán y posiblemente de su vecino, el volcán de Fuego, en ésta zona se hace casi imposible el avance, ya que el desnivel es muy fuerte y la propia gravedad se hace notar, añadiendo el suelo de ceniza, en dónde se te entierran los pies hasta la espinilla, una sensación parecida a la de caminar en la nieve virgen.
Tras un gran esfuerzo y muchas horas conseguí llegar al cráter, todo el esfuerzo había valido la pena, sientes como si hubieras llegado a la cima del mundo a pesar de que no estés en el Everest, pero vale la pena, por suerte, cuando llegué al cráter todavía no estaba muy mal el tiempo y pude observar el volcán de fuego, que parece estar a escasos cientos de metros de ésta otra cima, observando sus explosiones desde aquí, viendo las nubes pasar por debajo, incluso en algún momento que se despejó un poco más, alguna ciudad, y cómo no, me quedé por un largo rato allí, en dónde también conocí a un grupo de 4 chicos con el que más tarde haría el descenso, ya que mi compañero de viaje había dado la vuelta unos cuantos km antes de llegar debido a que le afectó bastante la altura y el cansancio acumulado de los días anteriores en los que también estuvo en otros volcanes.
Cuando decidimos realizar el descenso el tiempo había empeorado mucho, con rachas de viento con las que nos tuvimos que tirar al suelo y esperar a que pasaran, lluvia y una niebla muy densa, que en algunas partes era complicado incluso seguir el camino, fue por ello que decidimos bajar corriendo (literalmente) el volcán, algo que al final fue incluso divertido, ya que debido a la pendiente en muchas partes podías incluso esquiar en la arena.
Para el asombro de todos y desgracia de los tobillos, rodillas, y demás articulaciones de algunos, bajamos la mayor parte del volcán en apenas hora y media, mismo trayecto que al ascender nos tomó 5 horas, pero al fin y al cabo ¡divertido! recomendado para todos..
Tras un poco más de caminata llegamos al pueblo más cercano, en dónde esperamos por unas horas el autobús que nos llevaría de regreso a La Antigua, una experiencia única.
Según las previsiones que teníamos y recomendaciones de algunos locales lo mejor es iniciar el viaje hacia las 3 o 4 de la mañana, y así llegar a la cima antes de que se trunque el tiempo y no podamos ver nada, ya que en las primeras horas de la tarde el tiempo suele ser muy cambiante y siempre a mal.
Para nuestra sorpresa al llegar a la estación de autobuses a esa hora no había ningún transporte hasta ésa zona hasta las 7 de la mañana, así que aprovechamos para tomar algo caliente y dar una vuelta por el mercado, que a ésas horas estaban empezando a montar.
Una vez que conseguimos llegar a Dueñas, el último pueblo al que llega el autobús empieza la odisea, ya eran más de las 8 de la mañana y aún faltaban unas tres horas de caminata a pié solo para llegar a las faldas del volcán, en donde empieza el verdadero ascenso, hasta los casi 4,000 metros, siendo uno de los volcanes más altos del país. Para nuestra suerte una camioneta nos acercó a un cruce unos 10 km más adelante, y de allí una vez más otra camioneta nos acercó hasta dónde empieza el sendero ya en el volcán.
Comenzamos a ascender hacia las 9 de la mañana, hora a la que teóricamente deberíamos estar cerca de la cima, así que con algunas prisas comenzamos a subir.
A medida que pasaban las horas de caminata es increíble el desnivel que se va ascendiendo, dejándose ver todas las demás montañas, volcanes, e incluso las nubes por debajo, atravesando campos de maíz que parecen nunca acabar, una increíble selva, en dónde con un poco de suerte verás algunos animales salvajes, árboles unos creciendo dentro de otros, es increíble, pero tras algunas horas más llegas a el bosque, en dónde parece un paisaje sacado de una película del Señor De Los Anillos, con una niebla densa, ruidos extraños y algunas partes un tanto tenebrosas, en dónde no había árboles con siquiera una hoja, en dónde era evidente que alguna erupción reciente se lo había llevado todo.
Poco después de pasar la parte más desolada del bosque se dejaba de ver la vegetación para dar paso a la ceniza, pequeñas piedras y algunas grandes rocas, expulsadas por el propio volcán y posiblemente de su vecino, el volcán de Fuego, en ésta zona se hace casi imposible el avance, ya que el desnivel es muy fuerte y la propia gravedad se hace notar, añadiendo el suelo de ceniza, en dónde se te entierran los pies hasta la espinilla, una sensación parecida a la de caminar en la nieve virgen.
Tras un gran esfuerzo y muchas horas conseguí llegar al cráter, todo el esfuerzo había valido la pena, sientes como si hubieras llegado a la cima del mundo a pesar de que no estés en el Everest, pero vale la pena, por suerte, cuando llegué al cráter todavía no estaba muy mal el tiempo y pude observar el volcán de fuego, que parece estar a escasos cientos de metros de ésta otra cima, observando sus explosiones desde aquí, viendo las nubes pasar por debajo, incluso en algún momento que se despejó un poco más, alguna ciudad, y cómo no, me quedé por un largo rato allí, en dónde también conocí a un grupo de 4 chicos con el que más tarde haría el descenso, ya que mi compañero de viaje había dado la vuelta unos cuantos km antes de llegar debido a que le afectó bastante la altura y el cansancio acumulado de los días anteriores en los que también estuvo en otros volcanes.
Cuando decidimos realizar el descenso el tiempo había empeorado mucho, con rachas de viento con las que nos tuvimos que tirar al suelo y esperar a que pasaran, lluvia y una niebla muy densa, que en algunas partes era complicado incluso seguir el camino, fue por ello que decidimos bajar corriendo (literalmente) el volcán, algo que al final fue incluso divertido, ya que debido a la pendiente en muchas partes podías incluso esquiar en la arena.
Para el asombro de todos y desgracia de los tobillos, rodillas, y demás articulaciones de algunos, bajamos la mayor parte del volcán en apenas hora y media, mismo trayecto que al ascender nos tomó 5 horas, pero al fin y al cabo ¡divertido! recomendado para todos..
Tras un poco más de caminata llegamos al pueblo más cercano, en dónde esperamos por unas horas el autobús que nos llevaría de regreso a La Antigua, una experiencia única.
Felicidades !!! Maravillosa experiencia .
ResponderEliminarSaludos desde Puebla