Cruzando un puente hacia el sur - itinerario parte III

De su gente recibiremos la fuerza y el cariño que nos ayudará a continuar...”


Bocas del toro - Panamá

De nuevo tumbado en el suelo boca abajo, piernas en alto y entre cruzadas, con ojos de niño curioso (realmente me siento como tal) me asomo al mapa y sigo con ellos el trayecto por el que viaja el dedo de Héctor...lo dejamos en Nicaragua, de ahí parte el dedo deslizándose sin problema y a velocidad eléctrica; de ahí partiremos Héctor y yo, algo más lento continuando el viaje. Imágenes así son las que me hacen sentir cosquillas en la nuca. Para muchos serán cosas banales y sin fundamento, sueños huecos de dos locos sin remedio. Pero es en momentos así cuando veo a ese triste dedo recorrer distancias ínfimas e incluso ridículas sobre el papel y veo a esa gente. La misma que se ha visto en posición de criticar y tratar de influir con palabras tendenciosas en nuestra decisión pura e intima, sentada en el sofá espatarrada como el viejo que cree vivir en la gloria y conocer y saberlo todo por haber viajado de manera tan irreal y falta de alma como el dedo lo hace por el mapa; creyendo que el mundo es aquéllo que les venden, las mentiras que engordan su traseros de vagos, cobardes y conformista; y no lo que nosotros, los “dos locos sin remedio”, vamos a sentir y vivir en nuestras carnes. La realidad que nos va a golpear en cada pueblo, en cada rostro, en cada recodo de un camino como el escogido nos reafirma en la decisión tomada.

Pobre dedo, viaja sin saber que el territorio que atraviesa es solo papel sin vida.

Desde Choluteca retomamos el viaje. El destino: Granada. El camino será un buen atracón de kilómetros y seguramente la estancia en esta ciudad se prolongue. Hemos determinado que Granada sería un lugar bastante idóneo para trabajar durante un tiempo, recuperar fuerzas y planear el salto al basto territorio sudamericano (de todas formas habrá tiempo para que todo sufra modificaciones así que será mejor no profundizar más en este punto por el momento). Un paso fugaz por Rivas nos servirá de enganche para visitar la Isla de Ometepe, la cual reposa tranquila en el Lago Nicaragua en compañía de sus dos imponentes colosos: los volcanes Maderas y Concepción. Dejamos imperturbables en el horizonte los volcanes para dirigirnos hacia San Juan del Sur y La cruz. Llegados a este punto otra frontera aparece ante nosotros. Pasamos así a Costa Rica. Aquí Héctor se pone tierno y recuerda su último paso por este país: le robaron todo y se vio sin nada con lo que continuar su viaje. Con el Océano Pacífico como compañero inseparable, descendemos a lo largo de su costa visitando Porterillos, Sardinal, Cartagena, Tamarindo y Malpaís. Desde aquí cruzamos el Golfo de Nicoya hasta alcanzar Puntarenas; desde este punto del mapa costarricense abandonamos la compañía del Pacífico -Le imagino picarse a lo lejos y hacer llegar el rumor de sus olas hasta que la distancia se lo permita-. Abordamos el interior dejando atrás al viejo amigo para arribar en Monte Verde desde donde continuaremos la marcha hasta alcanzar la capital, San José. Alejándonos de la ruidosa capital atravesamos Cartago (la etérea imagen del viejo Barca, con su parche, saboreando el Mediterráneo se me presenta mientras escribo estas lineas) y Turrialba.
Nuestra idea en este punto es llevar a cabo una “incursión de supervivencia y aventura” en el Parque Nacional Chirripó donde se encuentra el pico mas alto del país con unos 3820 metros de roca viva. Desde su cima se tiene una vista privilegiada solo al alcance de los Dioses del Mar Caribe y nuestro viejo amigo el Pacífico. Bajo la sombra alargada del Chirripó nos alejamos. Dejamos atrás la selva y su latir, que es a su vez una suma de incontables vidas temerarias de aquel coloso, y nos dirigimos a Bribrí desde donde cruzaremos una nueva frontera: Panamá.
Bocas del Drago - Panamá
Primera ciudad panameña que encontramos, Sixaola, desde la cual nos dirigimos a Changuinola para seguir la ruta hasta alcanzar Almirante y de ahí al paraíso de Bocas del Toro. Allí la parada es obligada, las piernas pesan y las fuerzas escasean. Aquí podremos disfrutar de uno de los lugares más increíbles que Héctor me ha descrito para pasar unos días de evasión y gozo. Playas de arena fina, mar turquesa y fiesta nos esperan para dar aliento a dos errantes viajeros.
Abandonando Bocas del Toro -quien sabe si con todas las fuerzas repuestas- regresamos a Almirante para caer sobre Chiriquí Grande desde donde nuestro andar nos conducirá a David, acercándonos a la costa del Pacífico. De allí tomamos la única vía existente para alcanzar Boquete; zona montañosa de lo mas hermoso de Panamá. De vuelta a David tomaremos la grandiosa y casi infinita Panamericana. Miles de historias recorren esta ruta que une toda América. Como la sangre, las vidas fluyen por esta arteria gigante haciendo latir a un enorme corazón. De nuevo siento esa sensación en la nuca. Se que dentro de poco el humo se disipará y podre ver correr la vida por aquel lugar.
Rodando por la Ruta Panamericana, alcanzaceremos Ciudad de Panamá. La capital donde se abre paso el basto Canal de Panamá, arde de vida y retumba por el estruendo de los barcos que transportan en sus bodegas lo mas diversos materiales. Ruta de paso del mundo entero, que pronto dejaremos atrás pues nuestro camino es igual que su frenética actividad naval y portuaria, no tiene pausa.
Desde la capital entramos en El Porvenir. A partir de aquí viene una de las partes mas emocionantes del viaje, el viaje a través del Archipiélago de San Blás en lancha. Único modo posible de cruzar esta basta zona de selva (casi) virgen y disfrutar de la oportunidad de ver el estado mas primitivo e impactante del verde infinito de esta parte del planeta. Una vez alcancemos Capurganá tendremos la posibilidad de abordar al gigante Sudamericano. La conexión a Turbo, en territorio de Colombia abre un nuevo capítulo en el inmenso diario que empezamos con estas lineas a escribir.
El camino no ha hecho más que comenzar, tras nosotros dejamos las vidas, historias, aventuras, los cielos y las playas, las ciudades y sus historias, dejamos atrás una Centroamérica llena de fuerza y ganas de aferrarse al futuro.
De su gente recibiremos la fuerza y el cariño que nos ayudará a continuar; en sus cielos claros y sus mares de cristal, calmaremos nuestros cuerpos derrotados; en sus selvas sentiremos la grandeza de la naturaleza y la insignificancia del individuo egocéntrico para descubrir al ser humano miembro de un todo. Miraremos al horizonte y no avistaremos final alguno, Latinoamérica espera implacable y amenazante a quien ose cruzar sus desiertos sagrados; desafiar a sus imponentes Andes, espina dorsal del continente; adentrarse en sus junglas, hogar de los últimos hombres libres, botica universal y pulmón verde del planeta; miraremos entonces hacia delante y se nos encogerá el alma...pero miraremos hacia detrás y sentiremos la fuerza de Centroamérica y todos sus pueblos dándonos el aliento para enfrentarnos a este desafío inmediato y a todos los que la vida nos tenga preparados.



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