Horizontes nuevos - itinerario parte II

Vivimos como quisimos...”

Calle del Arco, Antigua Guatemala

Extendido el mapa de nuevo sobre el suelo el desafío ilumina nuestros ojos. Héctor del lado del Pacífico; yo, frente a él, del lado del Mar Caribe. Continuamos trazando con un rotulador verde la ruta que dejamos marcada desde Cancún (México) hasta Qetzaltenango (Guatemala). La tinta avanza rápida recorriendo en segundos lo que a nosotros nos llevará horas, días o semanas recorrer. Ella se desliza, sin los calambres de cansancio en las piernas; sin ampollas en pies quemados por asfalto. Se desliza e imagino a mi compañero arrastrando mi cue
rpo quejumbroso. Nada será tan fácil como lo que la tinta marca. Nada siente ella. Tampoco sentirá el corazón henchido y el alma rebosante. No la envidio...

De camino a La Antigua, visitaremos el Lago Atitlán, lugar rodeado por tres volcanes a unos 1500 metros sobre el nivel del mar y desde donde la vista alcanza 12 pueblos, cada uno de éstos con el nombre de un Apóstol. El contraste entre el lujo y la ostentación de los Hoteles del Lago Atitlán y el humilde y tranquilo ambiente de los hostales de mochileros chocan a orillas de este inmenso lago, otorga cráter prehistórico. Y por fin nuestro paso encuentra La Antigua. Ciudad tantas veces mencionada por Héctor en las noches en las que evitábamos dormir y soñábamos de forma infantil con una aventura como ésta. Vista desde el Cerro de la Cruz o desde el volcán de Agua, La Antigua se muestra tranquila en la distancia, pero ruge llena de vida cuando uno se adentra en su calles de casas casas añejas y de mil colores; o en sus mercados -como el mercado local- llenos de gente alegre, cercana y de sonrisa sempiterna, dibujando para aquél que la contempla un inmenso abanico mas radiante y colorido que el arcoiris. Desde luego, escribiré mas detallado sobre esta ciudad que tanto me atrae cuando por fin mis pies caminen por sus empedradas calles.
Semuc Champey
Abandonando La Antigua con fuerzas renovadas y el cariño de su gente como parte del equipaje, seguimos ruta atravesando San Cristóbal Verapaz, Semuc-Champey -donde puede encontrarse uno de los lugares mas lindos que Héctor me ha descrito y vivir una experiencia selvática-, Río Dulce y Puerto Barrios o Livingston. Estas últimas etapas aún son muy confusas, pero sin duda daremos mas detalles a medida que el viaje avance por ellas. No dejamos nunca lejos nuestro espíritu aventurero y el toque de improvisación necesario para descubrir y experimentar todo lo que este basto territorio tiene para ofrecer.
Lo único claro y certero es que en este punto cruzaremos otra nueva frontera. Esta vez nos adentramos en Honduras. En este país son tantas las incógnitas que ni siquiera nosotros nos podemos desvelar. Son pocos los puntos claros y uno de ellos (sinceramente) me tiene en vilo.
Héctor es un tipo aventurero, de alma inquieta y ávido de nuevas experiencias; para alcanzar estos objetivos suyos, aparta el miedo a manotazos y su determinación férrea y su abnegada fe en su suerte le plantan frente a éstos. Un tipo de los que ni Jack London habría imaginado. Bien, su objetivo: sobrevivir -y no es un término exagerado- una noche en la ciudad con la tasa de asesinatos mas alta del planeta, San Pedro Sula. Poder contarlo es un acicate que da mas fuerza a esta determinación suya.
El andar errante de nuestras piernas, que andarán plomizas y quejumbrosas (¡Ah! Y suponiendo que sobrevivamos esa noche en San Pedro Sula), nos llevará a través de El Progreso y Tela hasta alcanzar la Ceiba. Desde este punto cogeremos un Ferry hacia Utila y Roatán. Estas islas son unos de los lugares mas bellos donde nuestras almas podrán descansar sobre cálida arena y encontrar cobijo en el rumor de las olas. De vuelta a La Ceiba, viajamos a Tegucigalpa, la capital del país. Seguimos descolgándonos por territorio hondureño hasta cruzar la frontera con El Salvador para llegar a San Miguel. Zona de playas paradisíacas que no debemos perdernos, entre ellas destaca la playa de “El Cuco”).
Una vez más cruzaremos frontera, esta vez atravesaremos una de las más peligrosas de cuantas cruzamos y cruzaremos. La droga pasa por allí con más facilidad que unos chavales con mochila. Ponemos pie en Nicaragua.

Este tramo de viaje estará plagado de cosas maravillosas y de alguna que nos erice los nervios. Pero nos mueve un espíritu de aventura que nos empuja a mezclarnos y envolvernos de toda la atmósfera de las ciudades y pueblos; de la sonrisa cálida y agradecida de hermanos que jamás habíamos conocido pero a los que siempre nos sentimos unidos. Este viaje es el anhelo de abrazarlo todo, de sentirlo latir cerca nuestra y de llenar nuestras vacías vidas de los más hermosos tesoros y así, cuando seamos pellejo a punto de partir, ver una última vez ese cielo y ese mar en calma transformar el susurro en rugido; esa selva latir llena de vida, con miles de ojos acechantes donde nos sentimos chiquitos, perdidos; o aquella mano amiga que se tendió para ayudar y el alma curiosa donde se cobijaron nuestras historias; podamos sonreír y sentir que nosotros SÍ vivimos como quisimos.Continuamos viaje...

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